Olivo (1 año). Desde estaca
En 2019 tras varios intentos fallidos de germinar semillas de olivo, decidí recurrir a lo fácil, conseguir un árbol esquejando una estaca en un tiesto debido a la facilidad que tienen los olivos de enraizar.
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A los pocos meses empezó a brotar y sacar las primeras ramas. Éxito rotundo.
Ya en otoño de 2019 y vista su progresión a lo largo de los meses, decidí comenzar a abonarlo.
Una vez llegado el invierno, con el árbol prácticamente parado y bastante crecido, me dispuse a darle forma. Me decanté por hacerlo en forma de cascada ya que es una forma que a parte de encantarme me da la oportunidad de ocultar bajo la tierra la estaca, puesto que elegir cualquier otra forma significaría tener la estaca con el corte correspondiente a la vista y es algo que, personalmente, no me gusta.
Así llegamos hasta hoy, mayo de 2020.
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Como veis el árbol está disparado, en gran parte gracias a las dosis de abono.
Como se aprecia, el árbol ha sacado una rama larga que usaré como tronco principal. En la izquierda de esta ultima foto, hay 2 ó 3 pequeños troncos que aunque creo que en el futuro no serán necesarios mantendré de momento, por si el tiempo me hiciera cambiar de opinión.
En el tronco principal tengo la suerte de contar con una rama vertical que me dará la oportunidad de poder utilizarla como ápice.
El árbol, debido a que los olivos no son muy exigentes en lo que a calidad de tierra se refiere, se encuentra en sustrato universal, aunque como se ve en las fotos, la capa superficial está formada por akadama y kiryu (70-30%) puesto que algunas raíces estaban saliendo a la superficie.
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